24 enero 2016



RECUERDOS

"EL INTERPRETE"


Terminó 2015. No hice balance del año que pasó, ni lista de propósitos del año que comenzó. Sin embargo, los buenos momentos que el teatro me ha regalado bien merecen un recuerdo. Aquí va el primero de ellos.

Hay cosas que llegan sin esperarlas, en el momento adecuado, y te cambian la vida. Un libro, un nuevo amigo, una película, una conversación, un actor, un cantante... un intérprete.

Retrocedo en el tiempo y mi memoria me lleva al 25 de enero de 2015. Teatro Principal de Zaragoza. Oscuridad total. Se escuchan pasos en el escenario seguidos de un profundo suspiro. Una cerilla se enciende en manos de Asier Etxeandia y muestra parte de su cara. Su voz: "Cuando era pequeño me ponía de espaldas contra la pared en un rincón de mi cuarto... y cantaba". La conexión con la historia que comienza es inmediata. La cerilla se apaga y sutilmente luz y música toman posesión del espacio. Deja de hablar para cantar y los primeros aplausos llegan cuando apenas la primera canción ha comenzado.
A partir de allí un huracán de emociones.
Asier va intercalando canciones (de su infancia, juventud y también algunas compuestas por él) con un texto en el que igual te hace reir con un chiste de rubias que te emociona hablando de la muerte de su madre. Todo junto a los músicos que le acompañan en escena: Tao Gutierrez, Enrico Barbaro y Guillermo González. ¡Brillantes!
Descubro "Puro teatro", canción maravillosa para cualquier amante del teatro que haya sufrido desengaño amoroso. Mi corazón se encoge al escuchar "Luz de luna"... a pelo. Asier va acelerando el ritmo, se maquilla los ojos, une "Volver" con "Psychokiller" y al grito de "damas y caballeros invisibles, en éste teatro está permitido ¡baaailaaar!" comienza "Tú te me dejas querer", canción compuesta por él hace años y que por culpa de una pequeña coreografía que se puede ver en multitud de videos por Internet, ha puesto a bailar a miles de personas por todos los teatros de España. Sorprende con "Bilbao song", joyita para los cabareteros. Llora. Camina entre las butacas como si de Gulliver se tratara. Ofrece tequila al personal: "¡que rule!" dice. Pone el pelo de punta con "Fall in love". Y el colofón final interpretando "Simpathy for the devil", que hace levantar de su butaca al teatro entero, eso si es que aún alguien permanecía sentado. 

La entrega de Asier es total. Animal escénico que desprende magia, transmite fuerza e impregna el ambiente de ganas de quererse a uno mismo. 
La razón de ser de ir al teatro es encontrarse con artistas como él, con espectáculos como "El intérprete". Teatro que transforma y al que doy las gracias. Gracias a Asier, a Factoría Madre Constriktor, productora teatral de la que es socio y que inició su andadura con éste espectáculo, gracias a todos los que trabajaron para hacérnoslo llegar. Factoría no pudo elegir mejor su nombre. Igual que una boa constrictor te atrapan y ya no te sueltan. Te dejan sin respiración, te ahogan... de amor, de optimismo, de valentía y de ilusión. Y si no, que se lo pregunten a los miles de "invisibles" que les siguen y que "defienden su sombrero por muy ridículo que parezca". "Sacude, sacude"...el miedo y a perseguir los sueños.