11 diciembre 2016

LA PIEDRA OSCURA


LA PIEDRA OSCURA


Autor: Alberto Conejero
Dirección: Pablo Messiez




Es contradictorio para mí entrar a un teatro y en el instante en que miro al escenario sentir angustia por lo que veo, miedo por lo que presiento me van a contar, y sin embargo, escuchar a la gente hablar con normalidad. Se acomodan en sus butacas, van al baño y parecen no sentir la presión en su pecho y en su estómago por lo que va a acontecer. Es contradictorio. No obstante, me posiciona como espectadora ya antes de comenzar la función y eso me encanta. No me ocurre lo mismo con la luz. La obra comienza y las luces del teatro no se apagan, permanecen encendidas durante unos segundos y eso me desbarata. No concibo algo tan íntimo como el teatro con las luces sin apagar. A pesar de ello, en este caso poco importa porque  no percibo más que esa habitación oscura, mugrienta y desolada de algún sitio cerca del mar. La humedad se siente, el oleaje se oye. Un camastro, sobre él un hombre joven, inmóvil, herido, descalzo. En la esquina opuesta otro hombre mucho más joven, sentado, con un rifle en la mano, esperando. Comienza la historia, en plena Guerra Civil,  de la relación creada entre Rafael Rodriguez Rapún, durante sus últimas horas de vida y Sebastián, el soldado del bando nacional que ha recibido la orden de  vigilarlo y permanecer junto a él hasta el temido final, su condena a pena de muerte. Rafael consigue poco a poco acercarse a él  y despertar en éste lo que acabará siendo un voto de confianza por el ser humano para convertirlo en su única esperanza de salvar aquello por lo que merecerá la pena morir, los poemas, escritos y las obras dejadas por el que fue su compañero los últimos años de su vida, Federico García Lorca, para entonces ya muerto, fusilado.

La obra está llena de silencios que explican las dudas de Sebastián. Sus interrogantes ante lo conocido hasta ese momento, su vida en el pueblo, cuidando del campo, con el único descanso de la misa de los domingos por la mañana.  La sin razón de una guerra en la que en muchos momentos no había "vosotros", "nosotros" o "ellos".  El terrible peso sobre la conciencia de no haber podido ayudar a los seres queridos desaparecidos. La impotencia. 

Momentos desgarradores, como la rabia y el llanto de Rafael al recibir la noticia de que le darán muerte al amanecer. Momentos enternecedores, como cuando Sebastián lava los pies de Rafael, le ayuda a vestirse y le regala la cruz que lleva colgada en el cuello antes de su salida ante el pelotón de fusilamiento.

Tanto Daniel Grao (Rafael), como Nacho Sánchez (Sebastián) realizan un estupendo trabajo que remueve y conmueve. 

La piedra oscura responde a una obra desaparecida de Federico que inicialmente se llamaba La bola negra. Se plasma así la ausencia de una obra que no llegó a nuestros días, pero como Rafael dice antes de morir "nadie desaparece del todo". 

Una vez más teatro que merece la pena porque transforma y nos sacude ante nuestra falta de empatía, nuestro olvido y nuestro poco respeto hacia los demás independientemente de como vivan o piensen.


16 octubre 2016


NOSTALGIA DEL "TATOO"





Hace un año...

Tarde de domingo. Sopor, siesta larga, pereza. Pensé no ir, pero si no lo hacía las horas hasta la noche pasarían lentas y vacías, así que cambié de opinión y fui. Cogí el autobús. Caminé sola por calles que poco conocía porque poco me gustaban, llegué al Teatro del Mercado y entré en el Tatoo. Me senté en mi butaca y allí, frente al escenario, me sentí mejor que en casa. La música nacía de las manos del maestro pianista, Lula tomaba una copa en la barra. Al poco apareció Destino. La función comenzó y a los pocos segundos yo ya no observaba como espectadora, sino como parte de la historia, desde un rincón del Tatoo, no del Teatro. 

"El cabaret de los hombres perdidos" fue para mí puro arte. Momentos intensos y emotivos. Ternura y risas. Voces e interpretaciones estupendas. Maravillosa la conexión con Destino a través únicamente de la mirada. Maravilloso cierre pudiendo felicitar al director de todo el tinglado. Gracias "hombres perdidos" por ofrecer una de esas obras que una vez vista queda alojada en tu memoria para siempre.



29 junio 2016

LLUVIA CONSTANTE



LLUVIA CONSTANTE

de Keith Huff 
Versión y dirección de David Serrano




¡Muchos días sin escribir! Los estudios se han comido a bocados mi tiempo. Pero los sueños hay que perseguirlos (cosa que me enseñó un gran actor en un teatro), y en ello estoy. Ahora, con el curso ya terminado, vuelve la actividad a éste mi pequeño rincón para compartir los momentos que el teatro me regala.
La falta de tiempo y otras circunstancias con las que no aburriré a nadie, tienen como consecuencia que retome la actividad del blog escribiendo sobre una obra que pude disfrutar hace más de un año (febrero de 2015), en el Teatro Principal de Zaragoza: "Lluvia constante".

"Lluvia constante" es una de esas obras con las que vives siempre una vez que la has visto. Poco importa cuanto hace de ello. Porque el gran trabajo de un buen director supone que: el texto sea estupendo, los actores "bestias escénicas", y el público pieza importante dentro del puzzle de la representación. 
David Serrano adapta la obra de Keith Huff y dirige a los señores Roberto Alamo y Sergio Peris-Mencheta. La historia gira en torno a dos policías que se conocen desde niños. Dani (Roberto Alamo), aparentemente más fuerte, padre de familia protector, con una clara escala de valores, y Rodo (Sergio Peris-Mencheta), más tranquilo, más infeliz, sin familia, siempre bajo la atenta mirada de su compañero. Los acontecimientos que suceden en pocos días harán que salgan a la luz tanto sus virtudes como sus miserias. El resto de personajes toman forma a través de la estupenda interpretación de ambos, al igual que todos los lugares donde se van sucediendo las distintas partes de la historia, porque la escenografía es la misma de principio a fin. No obstante, Alamo y Peris-Mencheta se encargan de dibujar en el escenario cada uno de los sitios, cada una de las  personas que van apareciendo sólo en el texto, pero que se transforman en imágenes en las mentes del público.
 La forma en que Roberto Alamo se dirige en una ocasión al público, haciéndoles una pregunta directa (pregunta a la que contesté desde mi segunda fila, por miedo a que nadie lo hiciera y él se cabreara tanto que bajara al patio de butacas con toda su ira en marcha), o la manera en que Sergio Peris-Mencheta consigue emocionar a los allí presentes a través de sus palabras, de cara a todo el teatro, en la última parte de la obra, hacen que admire a directores y actores por compartir conmigo lo que crean, lo que ofrecen y en definitiva hacerme sentir importante como espectador.
Llevan desde octubre del 2014 representándola por toda España. Ojalá sigan haciéndolo, y si es así y tienen oportunidad, no se la pierdan, porque es BRUTAL. Porque remueven por dentro haciéndonos ver que no todo es blanco o negro, que no hay buenos ni malos, que lo que parece correcto no tiene porque serlo y que es importante ser honesto con uno mismo, sin hacer daño a nadie. Teatro intenso y maravilloso. No pude acabar de otra manera, aplaudiendo en pie. ¡BRAVO¡


                                            




28 febrero 2016

EL ALCALDE DE ZALAMEA



EL ALCALDE DE ZALAMEA


de Calderón de la Barca

Versión de Alvaro Tato
Dirección: Helena Pimenta



La semana pasada tuve la gran suerte de poder disfrutar del clásico El Alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca. Dirigido por Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Versión de Alvaro Tato (deseando que "Cervantina", último montaje de Ron Lala, compañía a la que pertenece, pase por Zaragoza). Y un elenco fantástico, del que destaco a Carmelo Gómez, como Pedro Crespo, y a Nuria Gallardo, como Isabel, su hija.

El teatro anterior al siglo XX cuando es planteado, versionado, trabajado y representado de manera tan excelente es para el amante del teatro, como comer un bombón cuyo sabor dulce dura en la boca durante dos horas. 

El ritmo, la escenografía y la música transportan  a Zalamea desde el primer segundo. Los soldados toman posesión del escenario que se convierte en montañas, calles, casas, prados y patios. Todo en un único espacio formado por un muro y unos altos andamios de madera. Estupenda iluminación que acompaña el conjunto e impecable trabajo actoral al trasladar la palabra y el verso que te  introduce en la historia sin más artificios que el placer de la escucha y el disfrute de las maravillosas interpretaciones de todos los actores. Escenas estupendas como la llegada de Don Lope (Joaquín Notario) a la casa de Pedro Crespo, donde ambos hacen gala de gran testarudez. O como la escena en que Isabel se presenta ante su padre para que le de muerte por su deshonra, pura emoción.

Gran obra que habla de la justicia, que hace frente con valor a la injusticia. Del honor, que por aquel entonces se apreciaba tanto y se  perdía con gran facilidad. De las desigualdades entre hombres y mujeres, por el abuso de unos sobre otros. Y de la defensa y el amor de un padre por su hija, con la dignidad que todo ser humano debe de tener.

Un placer para los sentidos.

Muchísimas gracias a todos los actores por el encuentro posterior con el público, fue la guinda del pastel.

                  


Una tarde de teatro EXTRAORDINARIO, HERMOSO, PLACENTERO, ESPLENDIDO.










07 febrero 2016

DISTANCIA SIETE MINUTOS



DISTANCIA SIETE MINUTOS

de Titzina teatro


Una vez más descubro una obra a través de la multitud de páginas de teatros, productoras y distribuidoras que llenan a diario mi muro. ¡Maravilloso facebook! para estar al tanto de lo que circula por toda España y aprovechar para verlo cuando llega a Zaragoza. 

El pasado fin de semana volví al Principal para ver "Distancia siete minutos", de Titzina teatro, compañía fundada por Diego Lorca y Pako Merino que ha producido varios espectáculos desde 2001. Una compañía a la que no había tenido el gusto de ver hasta ahora, pero que espero volver a ver.

"Distancia siete minutos" habla de muchas cosas, pero en especial de la relación entre un padre que intentó hacer por su familia lo mejor y consiguió lo contrario,  y un hijo que en la madurez de los 40 se pregunta porqué siempre hizo tan sólo lo que se esperaba que hiciera. Tras años de estudiar y opositar para convertirse en Juez, igual que su padre, sin tiempo para disfrutar, agobiado de trabajo y ahogado por la pérdida traumática de su madre, comienza a plantearse porqué callarlo todo.

La forma en que el texto te va introduciendo en la realidad de la historia que nos quieren contar es lenta, sutil. Desde el primer momento se presentan unos personajes tristes, sin ilusiones, enfrentados a una realidad que no les gusta y que se ven incapaces de cambiar.
El proceso de lucha del hijo por enfrentarse al padre y conseguir que éste le de explicaciones y comparta con él algo de su mundo, se va haciendo cada vez más latente a lo largo de la obra.

Bonita la forma en que se celebra la alegría de un logro en el espacio cuando en la Tierra la gente muere por no ser escuchada, por no compartir, por no sentirse feliz.

Extraordinario lo que dos actores, un sofá, dos pizarras y dos linternas pueden transmitir en un escenario, junto con el apoyo de luz y sonido. Como siempre, no son necesarias demasiadas cosas para contar una buena historia. 

El tiempo y la escucha del público hacen el resto.






24 enero 2016



RECUERDOS

"EL INTERPRETE"


Terminó 2015. No hice balance del año que pasó, ni lista de propósitos del año que comenzó. Sin embargo, los buenos momentos que el teatro me ha regalado bien merecen un recuerdo. Aquí va el primero de ellos.

Hay cosas que llegan sin esperarlas, en el momento adecuado, y te cambian la vida. Un libro, un nuevo amigo, una película, una conversación, un actor, un cantante... un intérprete.

Retrocedo en el tiempo y mi memoria me lleva al 25 de enero de 2015. Teatro Principal de Zaragoza. Oscuridad total. Se escuchan pasos en el escenario seguidos de un profundo suspiro. Una cerilla se enciende en manos de Asier Etxeandia y muestra parte de su cara. Su voz: "Cuando era pequeño me ponía de espaldas contra la pared en un rincón de mi cuarto... y cantaba". La conexión con la historia que comienza es inmediata. La cerilla se apaga y sutilmente luz y música toman posesión del espacio. Deja de hablar para cantar y los primeros aplausos llegan cuando apenas la primera canción ha comenzado.
A partir de allí un huracán de emociones.
Asier va intercalando canciones (de su infancia, juventud y también algunas compuestas por él) con un texto en el que igual te hace reir con un chiste de rubias que te emociona hablando de la muerte de su madre. Todo junto a los músicos que le acompañan en escena: Tao Gutierrez, Enrico Barbaro y Guillermo González. ¡Brillantes!
Descubro "Puro teatro", canción maravillosa para cualquier amante del teatro que haya sufrido desengaño amoroso. Mi corazón se encoge al escuchar "Luz de luna"... a pelo. Asier va acelerando el ritmo, se maquilla los ojos, une "Volver" con "Psychokiller" y al grito de "damas y caballeros invisibles, en éste teatro está permitido ¡baaailaaar!" comienza "Tú te me dejas querer", canción compuesta por él hace años y que por culpa de una pequeña coreografía que se puede ver en multitud de videos por Internet, ha puesto a bailar a miles de personas por todos los teatros de España. Sorprende con "Bilbao song", joyita para los cabareteros. Llora. Camina entre las butacas como si de Gulliver se tratara. Ofrece tequila al personal: "¡que rule!" dice. Pone el pelo de punta con "Fall in love". Y el colofón final interpretando "Simpathy for the devil", que hace levantar de su butaca al teatro entero, eso si es que aún alguien permanecía sentado. 

La entrega de Asier es total. Animal escénico que desprende magia, transmite fuerza e impregna el ambiente de ganas de quererse a uno mismo. 
La razón de ser de ir al teatro es encontrarse con artistas como él, con espectáculos como "El intérprete". Teatro que transforma y al que doy las gracias. Gracias a Asier, a Factoría Madre Constriktor, productora teatral de la que es socio y que inició su andadura con éste espectáculo, gracias a todos los que trabajaron para hacérnoslo llegar. Factoría no pudo elegir mejor su nombre. Igual que una boa constrictor te atrapan y ya no te sueltan. Te dejan sin respiración, te ahogan... de amor, de optimismo, de valentía y de ilusión. Y si no, que se lo pregunten a los miles de "invisibles" que les siguen y que "defienden su sombrero por muy ridículo que parezca". "Sacude, sacude"...el miedo y a perseguir los sueños.