30 septiembre 2017

TANTA EMOCIÓN NO CABE EN EL PECHO

Sucedió en apenas unas horas, repartidas en tan sólo cuatro días. Y lo vivido cambió su perspectiva de la vida. Y comenzó...

a mirar a los ojos, para dejar de mirar al suelo,

a observar a su alrededor, para caminar sin chocar con otros,
a ser valiente y levantar la mano para preguntar,
a levantar la voz para hacerse oír,
a disfrutar de momentos alegres,
a respetar lágrimas ajenas,
a sentirse importante y querida,
a saborear la belleza de compartir un instante,
a gozar del cansancio por ser sinónimo de felicidad,
a intentar percibir todo,
a intentar interiorizar todo,
a confiar y ver el horizonte en vista panorámica,

y tanta emoción anidó en su pecho. Y se hizo tan grande que oprimió su tórax, como si de un sentimiento tan intenso se tratara, que ni su cuerpo fuera capaz de soportarlo. Pensó que si hubiera sido posible estallar de gratitud, lo habría hecho. ¡Como un cohete artificial!. Y desde entonces, las imágenes, la música, la tiza, la plastilina y las gotas de agua de esos días las guardó en un lugar muy concreto, sólo para ella. Y continuó su vida como pudo, deseando repetir para volver a encontrarse a sí misma.




17 septiembre 2017

EL HIJO QUE QUIERO TENER



EL HIJO QUE QUIERO TENER
Cía. El pont flotant
Alex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz, Pau Pons


Un fragmento del documental "La cueva de los sueños olvidados" inicia la representación. Allí se encontraron las pinturas más antiguas jamás descubiertas. Alex observa en escena y comienza a hablar al público acerca de la decisión de tener o no tener hijos; de la responsabilidad que se ha de asumir cuando se decide tenerlos; de cómo cambian nuestros hábitos, nuestras rutinas y nuestra relación con los demás; de la obligación de explicar porqué no se tienen, si así se decide. 
Mientras tanto, alrededor, pupitres y sillas de lo que parece el mobiliario de una clase van siendo ocupadas por niños, adultos y abuelos.
Alex es el maestro. La clase está tranquila y ordenada, pero al sonido del timbre todo se convierte en un jaleo insoportable. El maestro manda callar una y otra vez, pero nadie hace caso. ¡¡¡¡Sileeeencio!!!!, grita perdiendo la paciencia. Todos se esconden y aguantan la bronca siguiente. Poco a poco, Alex recobra la serenidad y acapara la atención de todos, que han ido abandonando sus escondites. "Podemos hacer lo que nos de la gana", dice, y alguien comienza a pintar en la pared. "¡Pero en la pared no!", "Pero si has dicho..."  Vuelve la diversión, esta vez ordenada y en silencio. Todo el mundo pinta y comienza la verdadera función.

Las mesas y sillas cambian de posición y lo que era una clase se convierte en un parque en el que un padre y una madre cualquiera, totalmente desconocidos, coinciden con sus niños. 
La escena es tremendamente familiar para cualquiera que haya tenido hijos. Todos nos hemos encontrado en algún momento con alguien que no tiene la misma forma de educar o de proteger a sus retoños. La acción pasa de habitual a divertida y de divertida a irracional. Los roles se intercambian y el adulto trata a su igual como niño, (nos damos cuenta de la cantidad de tonterías con las que intentamos calmar el enojo de nuestros pequeños). Sigue el juego de papeles. La madre se convierte en niña, el padre deja de serlo, la niña vuelve a ser madre, el adulto pasa a ser niño también. Una escena para disfrutar. 


Finalmente la madre, termina siendo madre. Intenta arrastrar a sus hijos del parque, tira de ellos y de todos los que se van sumando detrás (el resto de las personas que hay en el escenario). Todos estiran del que tienen delante hasta que no pueden más. El cansancio se apodera de ellos, y entra sueño, y llega la hora del cuento, y con el cuento los miedos, y con los miedos la necesidad de tener que compartirlos y de gritar: "¡¡Estoy harto!!, ¡¡no quiero!!, no¡¡me gusta y no puedo!!"... Y poder por fin decir "¡¡Ya está bien, voy a hacer lo que me de la gana!!"

No cuento más. Lo siguiente no es para contarlo, sino para deleitarse viéndolo.


Solo decir que la escena final es infinitamente bella, tanto por su texto como por su interpretación y cierre.


Mención especial merecen iluminación y música por resaltar escenas importantes y crear belleza y dinamismo. 

Todo tiene un porqué e invita a la reflexión. Se despierta el "niño" que se fue y que aún continúa dentro de cada uno de nosotros.

Trabajo precioso de El Pont Flotant, que nadie debería dejar de ver.




Gracias a la Cía. El Pont Flotant por su trabajo, su buen hacer, su valentía por lanzarse a escena con gente no profesional y darnos así la oportunidad de compartirlo. Gracias especiales a Alex por manejar al grupo con una profesionalidad impecable, haciendo fácil lo difícil, enseñando sin que se note, y regalando un ambiente magnífico desde el primer minuto. Lo mejor que me llevo de esta experiencia es haber visto de cerca su trabajo. Gracias a todos mis compañeros escénicos por la armonía y el amoldamiento. Gracias a Teatro de la Estación por haberlo programado, además me he sentido como en casa. Y gracias a todas las personas que acudieron como público y llenaron el Teatro. 
Habría sido imposible tener una mejor iniciación en pisar un escenario. Algo han sembrado...





                                                                                                       
¡El teatro también se lee! 
Disponible en libro el texto de 
"El hijo que quiero tener" editado por El pont flotant 

"Estoy a medio camino. Alejado ya de aquel niño que jugaba a saltar charcos en un descampado y demasiado lejos todavía del abuelo que seré algún día y al que hoy soy incapaz de comprender" 

www.elpontflotant.es