31 diciembre 2017


BALANCE DEL TEATRITO DE 2017




El teatro es de lo mejorcito que hay en mi vida, puedo decir que en muchos momentos "me ha dado la vida". Por eso cuando se acerca el fin de un año y la mayoría de la gente hace balance de viajes, trabajo, estudios, salud, dinero y amor, yo hago balance de las obras de teatro que tuve la suerte de ver y la mala suerte de no ver. Así mismo, cuando la mayoría de la gente piensa en los propósitos para el nuevo año como apuntarse al gimnasio, dejar de fumar, ir a clases de idiomas o sacarse el carnet de conducir, yo pienso en todo lo que me queda por ver en los teatros.

Pues bien, terminé 2016 viendo "Incendios" de Wajdi Mouawad, dirigida por Mario Gas, seguida de "La piedra oscura" de Alberto Conejero, dirigida por Pablo Messiez. Casi nada. El listón quedaba alto para el 2017. Hubo suerte y pude comenzar el año con "Hamlet", versión y dirección de Miguel del Arco. Continué con "Todo el tiempo del mundo" escrita y dirigida por Pablo Messiez, LA MEJOR OBRA DE TEATRO QUE HE PODIDO DISFRUTAR DURANTE ESTE AÑO. El listón no bajaba, ¡bravo! Después vino "El plan" de Ignasi Vidal, también estupenda. Y poco más, porque me perdí "Ahora todo es noche" de la Zaranda, "Una gata sobre un tejado de Zinc caliente" con el gran Juan Diego, "Mármol" con Pepe Viyuela, "El hogar del monstruo" y "Cáscaras vacías", ¡todas me las perdí!, por una u otra razón. La falta de tiempo suele ser la principal. También una economía no muy boyante que a veces implica elegir. Pero en una ciudad como Zaragoza, donde las obras no suelen permanecer en cartel más de dos o tres días, es difícil. Máxime cuando se trabaja de tarde-noche, incluidos viernes, sábados, domingos y algún festivo, mal definido ya como "festivo de guardar". La cosa se complica cuando en el mismo fin de semana se programan a la vez varias cosas que tendrías intención de ver. Ardua labor conseguir ir a todo.

Mientras tanto en Madrid se estrenan obras sin parar. Allí sí que permanecen en cartel semanas. Y yo me desquicio pensando en lo que tardaré en ver algo de todo eso. Así que, llegado este momento, reivindico que haya más apoyo y ayudas para que las obras de teatro, que finalmente se consiguen representar tras el trabajo de tanta y tanta gente, giren y puedan ser vistas por todo el territorio español. ¡No sólo en Madrid se llenan los teatros!

Hecha mi reivindicación retomo el balance. Tras el parón del verano se inició la nueva temporada teatral con el Festival de ZGZ Escena. Su programación incluía "El hijo que quiero tener", de Pont Flotant. Esta vez no iba a ser espectadora, sino que me subía a las tablas. Me lancé a la piscina, que en realidad acabó siendo un charco. Lo aprendido y disfrutado junto a Pont Flotant "me dio la vida" de nuevo. El mundo es demasiado hermoso desde un escenario, pero no sólo por el resultado final, que también, sino por todo el trabajo previo y todas las emociones que conlleva. ¡Increíble! Si alguien quiere saber más sobre mi alucine durante esos días que lea en este mismo blog la crítica de "El hijo que quiero tener", o el texto "Tanta emoción no cabe en el pecho".

Y así, el listón subió. Y continué yendo al teatro, (con mucha morriña de lo vivido).

Me cautivó "Último tren a Treblinka". Porque siempre nos posicionamos como espectadores frente al escenario, sentaditos en la butaca, y cuando eso se modifica y tu sitio pasa a ser un banco de un orfanato de un gueto de Varsovia en el año 1942, la cosa cambia. Interpretaciones y escenografía brillantes. Indescriptible sentir el aliento y el tacto de los actores a tu alrededor. Ojos hablando.

Después vinieron "Troyanas", "Shakespeare en Berlin", estupenda, "La omisión de la familia Coleman", bárbaros, "Mosca", conmovedora, y "Mi lucha" de Antonia San Juan, pasmosa. Ésta será la última del año que se va, así que de nuevo el listón queda alto. Y mientras pienso en lo que vendrá, también me lamento por lo que no vi, "Cervantina", "La clausura del amor", "He nacido para verte sonreír", "La cocina", "Antigona", "La edad de la ira", "Blackbird", "Bodas de sangre", "Venus", "Danzad malditos", "El amante", "A voz en cuello", "Ensayo"... ¡tantas!

Ahora, en Madrid, "Esto no es la casa de Bernarda Alba", "Heartbreak hotel", "Crimen y telón", "Tebas land", "Una habitación propia"... ésta última llenará donde vaya, casi seguro. En fin, seguiré con mi hambre de teatro porque no puedo saciarla con lo que aquí llega. Mientras tanto, ¡FELIZ AÑO TEATRERO 2018 PARA TODOS! En mi carta a los Reyes Magos pediré algún viajecito a Madrid.








24 noviembre 2017

MOSCA


MOSCA
de Sudhum Teatro
Dirección: Gustavo del Río
Dramaturgia: Gustavo del Río y Virginia Rodríguez
Reparto: Fernando de Retes, Fátima Domínguez y Luciana Drago



 "Mosca" cuenta la dolorosa historia de Pedro, un niño de 10 años, que debido a su orientación sexual, sufre el acoso de algunos de sus compañeros de colegio. "Algunos" porque aunque el agresor sólo sea uno, los que hay alrededor y callan, en cierta medida también lo son. Al principio la situación no parece aparentemente alarmante, sino más bien rara. Pedro es un niño muy sensible. Su padre culpa al flequillo del chaval de su herida en el codo, "¡si es que no ves por dónde vas con ese pelo tan largo que llevas!". La madre sólo lo nota algo más nervioso de lo habitual, "se muerde las uñas", piensa. "¡Él es nervioso!", justifica el padre, quien apenas puede estar con el chico por la cantidad de horas que debe pasar conduciendo el taxi.  Ninguno de ellos imagina el calvario que el pequeño pasa día tras día al ir al colegio. La falta de tiempo para estar juntos y la poca comunicación tampoco ayudan.

La representación va narrando hechos que van posicionando a Pedro en una situación cada vez más desagradable y convirtiéndolo en un ser muy vulnerable.

Un estupendo trabajo actoral permite que los continuos desdoblamientos de personajes se entiendan a la perfección, y lo que aún resulta más difícil, que la figura de Pedro se visualice en la mente del público a pesar de que en muchos momentos no aparece físicamente en escena. Vemos a Pedro a través de los ojos y las palabras de su padre, de su madre y de su profesora. Ojos y palabras de angustia ante la visión del sufrimiento padecido por aquel a quién más se quiere. De rabia ante el intento del agredido por disculpar al agresor, a pesar de ser la víctima. De furia por enfrentarse cara a cara con el atacante. De impotencia por querer solucionar y no saber cómo. De pena por no entender cómo pudo estar pasando algo así y nadie darse cuenta.

La escenografía está compuesta por una mesa y varias sillas. La estudiada iluminación hace el resto, sin necesidad de más. El resultado es magnífico. 

La mosca que sobrevuela algunas escenas toma significado (que cada uno interprete porqué la obra se llama "Mosca", porqué la mosca acaba siempre aplastada por una mano, porqué uno de los juegos del patio de recreo también se llama  "Mosca"...)

El fondo negro de la escena está cubierto de notas, iguales a las que Pedro y sus padres van dejándose para comunicarse a lo largo de toda la función (que cada uno interprete qué significan, porqué están allí o qué es lo que posiblemente pone en cada una de ellas).

Este es el fin de ésta obra, lanzar interrogantes para que el espectador se responda a sí mismo.

Del coloquio posterior a la representación que los actores han mantenido con el público (esta vez además profesores y escolares) destacar la capacidad de los jóvenes por preguntarse acerca de lo que vieron (muy inteligentes las interpretaciones de ciertos simbolismos) y querer saber cómo los actores se sienten al interpretarlo (sin duda el camino por el que se adentran para ello es difícil, agotador y da que pensar sobre el esfuerzo que supone. Si tú que lo estás viendo lo estás sufriendo, el que lo está interpretando...)

Esta vez no tocaba reírse, (a pesar de que en varias escenas lo consiguen), pero cuando el teatro te ofrece la posibilidad de reflexionar e intentar ser más empático hay que aprovecharlo y disfrutarlo. Merece la pena, es Teatro Transformador.








  

05 noviembre 2017

SHAKESPEARE EN BERLÍN


SHAKESPEARE EN BERLÍN

Dramaturgia y Dirección: Chema Cardeña
Intérpretes: Chema Cardeña, Juan Carlos Garés e Iria Márquez
Lugar: Teatro de La Estación




La historia de tres amigos alemanes, uno de ellos judío, y los cambios que se producen en sus vidas y en su relación por la llegada al poder del partido nazi. 

Martin y Elsa pasarán de vivir sin demasiados lujos a encontrar una buena posición en la sociedad alemana gracias a su trabajo en UFA (estudio cinematográfico de gran importancia en la Alemania de la época). Leo por el contrario, perderá su trabajo de actor, su familia y se verá obligado a esconderse por su condición de judío. En ese momento acudirá a pedir ayuda  a lo único que le queda, sus amigos. Pero Martin y Elsa no estarán dispuestos a poner en peligro su vida y la de su hijo por ayudarle a él. Ambos pedirán a Leo que se vaya y no vuelva. Así lo hará, pero regresará después de años y les visitará de forma inesperada para dar "a cada uno lo suyo", como decían las letras de la entrada del campo de concentración donde fue a parar y del que consiguió salir con vida.

La obra va alternando los tiempos de representación de los personajes con vídeos en los que habla un hombre, (después descubrimos que es el propio Leo), que vivió los hechos y los recuerda desde Buenos Aires. Vídeos que sirven para situar al espectador en cada período de tiempo en que discurren las distintas partes de la representación. Desde el inicio de los hechos en el año 1933, pasando por la Noche de los Cristales Rotos, la deportación de los judíos y llegando a los juicios de Nüremberg en el año 1946.

La escenografía es siempre la misma, el salón de la casa de Elsa y Martin, pero los cambios de vestuario y la caracterización de los personajes hacen muy fácil interpretar las variaciones que se van produciendo en la vida de los mismos.

Las interpretaciones son magníficas. Los tres actores, a través de un trabajo excepcional que se percibe como real, nos ofrecen el privilegio de compartir la historia como si por la ventana del edificio de enfrente estuviésemos mirando y escuchando. 

El final es sobrecogedor y hace reflexionar más, si cabe, que durante el resto de la historia. ¿En qué momento dejamos de razonar para justificar lo injustificable?¿Cuándo las circunstancias nos hacen perder toda nuestra honestidad y actuar de manera imperdonable? Probablemente, durante varias veces a lo largo de la obra, nos preguntemos si haríamos lo mismo o si por el contrario tendríamos la valentía de ser ante todo humanos, especialmente empáticos y con la gran virtud de poder llegar a tener una actitud heroica por salvar el pellejo a otro. No es sencillo hacer que el espectador se interrogue a sí mismo con tantas preguntas y ellos lo consiguen. En ningún momento me sentí con el poder de juzgar a ninguno de ellos, quizás por eso, porque realmente uno se está juzgando a sí mismo.

Y finalmente preguntarse, ¿existe odio, venganza, rabia o lo único válido es que la barbarie no continúe? 

"A cada uno lo suyo", dice Leo desde Buenos Aires. Decide tú que significa. Y por supuesto, para hacerlo, ves a verla si tienes oportunidad.




29 octubre 2017

TROYANAS



TROYANAS
Autor: Eurípides
Traducción y Versión: Alberto Conejero
Dirección: Carme Portaceli
Reparto: Ernesto Alterio, Maggie Civantos, Alba Flores, Gabriela Flores, Miriam Iscla,
Pepa López, Aitana Sánchez-Gijón





El deseo de que se alce el telón al entrar al teatro ya no existe.  La mayoría de las veces, cuando ocupamos la butaca, el escenario ya está a la vista del espectador.  Llegué esta vez por los pelos. Tras un atasco, un trasbordo en autobús y una carrera apoteósica desde la Plaza San Miguel, entré en el hall del Principal sin aliento, subí las tres plantas y me aposenté en mi localidad (¡gracias al personal del Teatro, sois fantásticos!). Por no molestar, ni siquiera me quité el abrigo (tengan en cuenta esto todos aquellos que no paran de toser, moverse e incluso hablar bajo durante toda la representación, por no mencionar lo de los malditos móviles, que cuando no suenan, vibran). Tuve tan sólo unos segundos para observar el espacio en el que se desarrollaría la historia. La luz roja  lo inundaba todo, todo rojo como la sangre. Suelo esparcido de cadáveres cubiertos con sábanas, atados con cuerdas. Una gran "T" blanca inclinada, caída, con la palabra Troya. Todo nos inicia en lo que vamos a ver, una historia sobre la Guerra allí acontecida hace miles de años.

La historia está versionada de manera que se entinede como si fuera un texto actual (gran trabajo de Alberto Conejero, una vez más). El vestuario está a caballo entre túnicas griegas blancas, pies descalzos, ropas de color azul apagado y botas negras. 


Si bien el comienzo es un monólogo correcto de Taltibio (Ernesto Alterio), mensajero de malas noticias para las Troyanas ya vencidas, la historia realmente cobra vida cuando las mujeres van apareciendo en escena con un ritmo pausado magnífico (ritmo que Alba Flores conserva durante toda la representación extraordinariamente). Imágenes de territorios arrasados por la guerra que lo inundan todo. Para mí uno de los momentos más impactantes.

El mensajero informa a las Troyanas del destino que les ha tocado a cada una de ellas tras ser sorteadas entre los griegos como motín de guerra. Una tras otra nos hacen partícipes de sus vivencias durante esa guerra, de sus miedos por la vida que les espera, de su valentía para sobrevivir a todo ello. El momento dramático más álgido llega con la noticia de que los griegos han decidido dar muerte al hijo pequeño de una de ellas. Lo arrojarán desde la muralla del acantilado. Momento que no se ve, sólo se intuye  por el sonido de un golpe hondo que estremece.

Las interpretaciones son correctas, pero algo falta. 

Cuando voy a ver una tragedia griega, espero desgarro, y no lo sentí. Cuando una madre recibe la noticia de que van a matar a su hijo (unos 8-10 años), o rememora ser huérfana de los que ya perdió, además de gritos perfectamente estudiados y trabajados, necesito ver ahogo y rabia, puñetazos en el suelo con la mano cerrada y miedo. 
Cuando Helena de Esparta se enfrenta a Hécuba para decirle que quizás la culpa de la guerra no sea de ella, sino de su hijo Paris (Príncipe de Troya que la raptó y que originó el enfado de su marido griego), necesito ver algo más que lo que parece una conversación educada entre enemigos.
Sí que vi realidad en la escena en que Taltibio agarra al niño para llevárselo y él escapa. De hecho, creo que incluso el niño se asustó de verdad.
Salí del Teatro con la sensación de haber visto una representación perfectamente trabajada en ritmos, tiempos, dicciones. Una escenografía, iluminación, vestuario y sonido de notable. Unas interpretaciones adecuadas. Pero en su conjunto, con la sensación de ser una historia difícil de creer en algunos instantes. Una tragedia que en los momentos más dramáticos carecía de amargura. 
Será que tanto teatro correcto ya no basta. Hay que hacer que sea verdad, no es suficiente con que sea solemne. 



30 septiembre 2017

TANTA EMOCIÓN NO CABE EN EL PECHO

Sucedió en apenas unas horas, repartidas en tan sólo cuatro días. Y lo vivido cambió su perspectiva de la vida. Y comenzó...

a mirar a los ojos, para dejar de mirar al suelo,

a observar a su alrededor, para caminar sin chocar con otros,
a ser valiente y levantar la mano para preguntar,
a levantar la voz para hacerse oír,
a disfrutar de momentos alegres,
a respetar lágrimas ajenas,
a sentirse importante y querida,
a saborear la belleza de compartir un instante,
a gozar del cansancio por ser sinónimo de felicidad,
a intentar percibir todo,
a intentar interiorizar todo,
a confiar y ver el horizonte en vista panorámica,

y tanta emoción anidó en su pecho. Y se hizo tan grande que oprimió su tórax, como si de un sentimiento tan intenso se tratara, que ni su cuerpo fuera capaz de soportarlo. Pensó que si hubiera sido posible estallar de gratitud, lo habría hecho. ¡Como un cohete artificial!. Y desde entonces, las imágenes, la música, la tiza, la plastilina y las gotas de agua de esos días las guardó en un lugar muy concreto, sólo para ella. Y continuó su vida como pudo, deseando repetir para volver a encontrarse a sí misma.




17 septiembre 2017

EL HIJO QUE QUIERO TENER



EL HIJO QUE QUIERO TENER
Cía. El pont flotant
Alex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz, Pau Pons


Un fragmento del documental "La cueva de los sueños olvidados" inicia la representación. Allí se encontraron las pinturas más antiguas jamás descubiertas. Alex observa en escena y comienza a hablar al público acerca de la decisión de tener o no tener hijos; de la responsabilidad que se ha de asumir cuando se decide tenerlos; de cómo cambian nuestros hábitos, nuestras rutinas y nuestra relación con los demás; de la obligación de explicar porqué no se tienen, si así se decide. 
Mientras tanto, alrededor, pupitres y sillas de lo que parece el mobiliario de una clase van siendo ocupadas por niños, adultos y abuelos.
Alex es el maestro. La clase está tranquila y ordenada, pero al sonido del timbre todo se convierte en un jaleo insoportable. El maestro manda callar una y otra vez, pero nadie hace caso. ¡¡¡¡Sileeeencio!!!!, grita perdiendo la paciencia. Todos se esconden y aguantan la bronca siguiente. Poco a poco, Alex recobra la serenidad y acapara la atención de todos, que han ido abandonando sus escondites. "Podemos hacer lo que nos de la gana", dice, y alguien comienza a pintar en la pared. "¡Pero en la pared no!", "Pero si has dicho..."  Vuelve la diversión, esta vez ordenada y en silencio. Todo el mundo pinta y comienza la verdadera función.

Las mesas y sillas cambian de posición y lo que era una clase se convierte en un parque en el que un padre y una madre cualquiera, totalmente desconocidos, coinciden con sus niños. 
La escena es tremendamente familiar para cualquiera que haya tenido hijos. Todos nos hemos encontrado en algún momento con alguien que no tiene la misma forma de educar o de proteger a sus retoños. La acción pasa de habitual a divertida y de divertida a irracional. Los roles se intercambian y el adulto trata a su igual como niño, (nos damos cuenta de la cantidad de tonterías con las que intentamos calmar el enojo de nuestros pequeños). Sigue el juego de papeles. La madre se convierte en niña, el padre deja de serlo, la niña vuelve a ser madre, el adulto pasa a ser niño también. Una escena para disfrutar. 


Finalmente la madre, termina siendo madre. Intenta arrastrar a sus hijos del parque, tira de ellos y de todos los que se van sumando detrás (el resto de las personas que hay en el escenario). Todos estiran del que tienen delante hasta que no pueden más. El cansancio se apodera de ellos, y entra sueño, y llega la hora del cuento, y con el cuento los miedos, y con los miedos la necesidad de tener que compartirlos y de gritar: "¡¡Estoy harto!!, ¡¡no quiero!!, no¡¡me gusta y no puedo!!"... Y poder por fin decir "¡¡Ya está bien, voy a hacer lo que me de la gana!!"

No cuento más. Lo siguiente no es para contarlo, sino para deleitarse viéndolo.


Solo decir que la escena final es infinitamente bella, tanto por su texto como por su interpretación y cierre.


Mención especial merecen iluminación y música por resaltar escenas importantes y crear belleza y dinamismo. 

Todo tiene un porqué e invita a la reflexión. Se despierta el "niño" que se fue y que aún continúa dentro de cada uno de nosotros.

Trabajo precioso de El Pont Flotant, que nadie debería dejar de ver.




Gracias a la Cía. El Pont Flotant por su trabajo, su buen hacer, su valentía por lanzarse a escena con gente no profesional y darnos así la oportunidad de compartirlo. Gracias especiales a Alex por manejar al grupo con una profesionalidad impecable, haciendo fácil lo difícil, enseñando sin que se note, y regalando un ambiente magnífico desde el primer minuto. Lo mejor que me llevo de esta experiencia es haber visto de cerca su trabajo. Gracias a todos mis compañeros escénicos por la armonía y el amoldamiento. Gracias a Teatro de la Estación por haberlo programado, además me he sentido como en casa. Y gracias a todas las personas que acudieron como público y llenaron el Teatro. 
Habría sido imposible tener una mejor iniciación en pisar un escenario. Algo han sembrado...





                                                                                                       
¡El teatro también se lee! 
Disponible en libro el texto de 
"El hijo que quiero tener" editado por El pont flotant 

"Estoy a medio camino. Alejado ya de aquel niño que jugaba a saltar charcos en un descampado y demasiado lejos todavía del abuelo que seré algún día y al que hoy soy incapaz de comprender" 

www.elpontflotant.es 





18 agosto 2017


En recuerdo a Federico García Lorca en el 81 aniversario de su muerte. 

Nadie muere del todo si es recordado


LEONARDO:


Porque yo quise olvidar

y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta. 
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra, 
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.

NOVIA:

¡Ay que sinrazón! No quiero
contigo cama ni cena
y no hay minuto del día
que estar contigo no quiera,
porque me arrastras y voy,
y me dices que me vuelva
y te sigo por el aire 
como una brizna de hierba.


"Bodas de sangre" de Federico García Lorca


17 agosto 2017



"Las palabras de las obras" de Pablo Messiez

"...si no hay nada que enseñar, papá. ¿Quién puede tener la desvergüenza de pretender enseñar algo?, si esto es un desastre. No hay manera de hacerlo bien o mal. Se hace lejos o cerca. Se hace juntos o separados. Y no se puede cambiar de golpe. No. De golpe, no. Primero hay que mirar. Mirar y ver qué se ha hecho con el tiempo. Con todo el tiempo. Eso me haría feliz. Verte mirar el modo en que has empleado tu tiempo. Las cosas que has hecho y dejado de hacer. Verte mirándolas en paz. Como se mira lo que se ha elegido. 




09 agosto 2017




LAS PALABRAS DE LAS OBRAS
de Pablo Messiez 
Editorial: Continta me tienes


El libro recoge cuatro de sus obras: Muda, Los ojos, Las plantas y Todo el tiempo del mundo.

Pablo Messiez es un mago de las palabras. Leer sus textos es un hechizo, un encantamiento. Escribe con cuidado, con mimo, con cariño. Muchas veces hay que releer lo leído por miedo a perderse algo de toda la delicadeza y belleza que desprenden una frase, un párrafo, una página o varias. Es fascinante adentrarse en su forma de narrar historias, y ya no les cuento si tienen oportunidad de verlas representadas y además dirigidas por él.

Leer una obra de teatro es seductor cuando ya se ha visto interpretada en un escenario, porque como él dice en la introducción del libro: "Las leo y veo todo lo que no dicen". Mientras se lee, permanece en la memoria lo visto. Los actores, la luz, la escenografía... y es cautivador.

De todas las obras incluidas en el volumen, Todo el tiempo del mundo es para mí una "joyita". Me cautivó al verla y volvió a hacerlo al leerla. Es pura ambrosía y por ello recomiendo leerla, releerla, verla y volver a verla. 




"Desde hace un tiempo mi tiempo tiembla. Es que  es así, es un tiempo que tiembla, entre la memoria de lo que pasó y la inquietud acerca de lo que pasará. Es como si estuviera anclado en un atardecer de domingo. Eterno. ¿Entendéis?...Un atardecer de domingo. Con esa sensación rara habitando el cuerpo que no sabe qué hacer con esas horas mezquinas que no dan nada, más que miedo del lunes".
Todo el tiempo del mundo, de Pablo Messiez.

28 julio 2017



CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DE GLORIA FUERTES


Hace unas semanas terminé de leer "El libro de Gloria Fuertes. Antología de poemas y vida", editado por Blackie Books (segunda edición ya lanzada).

El libro es una maravilla. Por fuera y por dentro.

Para los lectores que seguimos deleitándonos con el libro en papel, a pesar de llenar y llenar estanterías. Para los que nos gusta tocar y guardar los libros como preciosas propiedades. El libro es por fuera un tesoro. Forrado en tela, letras labradas. Más parece una caja mágica. Y qué decir del interior. Vida y obra de Gloria Fuertes. Además de contener una biografía completa, cuenta con 300 poemas, algunos inéditos, fotos, dibujos hechos por ella, algunas páginas de sus cuadernos de notas, incluso un cómic, de Carmen Segovia, que narra una etapa de su vida en la que fue profesora en Estados Unidos.

Una gran desconocida que el libro ayuda a conocer.

Si se aprecia la buena escritura, las vidas dignas de ser leídas y recordadas, debe caer en tus manos. De una manera o de otra. Yo lo conseguí en la Biblioteca Municipal de mi barrio.


"Me siento sola y una
como una sola luna
-por ser igual a todas las mujeres
y no parecerme a ninguna-,
me siento sola y una
en mi vacía cuna."

Gloria Fuertes


"Me subleva.
Me subleva la buena salud de los malos.
A ti te carcomen,
te hacen daño.
(La manzana podrida y el gusano muy sano)."

Gloria Fuertes


Nadie muere si es recordado.

17 julio 2017



"Hamlet" de Shakespeare

"Ante todo, sé fiel a ti mismo,
y se seguirá, como sigue la noche al día,
que no podrás ser falso con nadie."



06 febrero 2017

EL PLAN


EL PLAN

Escrito y dirigido por Ignasi Vidal

Mejor obra Premios Godoff 2015




Descubrí a Ignasi Vidal hace algo más de un año en el Teatro del Mercado, representando "El cabaret de los hombres perdidos". Aquella fue una tarde de teatro excepcional. El dominio del escenario de Ignasi fue desbordante. Desde entonces sigo su trabajo.

Hoy he vuelto al Teatro del Mercado para ver "El plan", escrita y dirigida por él. Recorrí no pocas librerías por toda Zaragoza hasta encontrar el texto, editado en 2013 por Bartleby. Lo leí y me gustó. Es ágil, inteligente, real, divertido y con un final impactante. Casualidades de la vida, a los pocos días supe que iba a poder disfrutarlo. Y así lo he hecho. 

De nuevo ha sido teatro excepcional. El texto me gustó, pero es mejor verlo que leerlo porque la verdad con que los actores lo interpretan es de diez. Chema del Barco, Javier Navares y Manuel Baqueiro se meten en la piel de tres amigos que se conocen desde hace muchos años. Y lo hacen de una manera tan honesta que te los crees desde el primer segundo. Los tres están sin trabajo, no atraviesan un buen momento. La mañana en la que transcurren los hechos no parece tener nada especial. Hasta que poco a poco, comiendo pipas, bebiendo cerveza y fumando, esperando una grúa y un amigo que los recoja, van apareciendo sus miedos y miserias. Todo ello con un humor constante que no cansa y un ritmo trepidante en los diálogos. Sin música ni cambios en la iluminación o en la escenografía, ni falta que hace. Toda la acción la desarrollan los tres "animales escénicos" y el texto. El desenlace, el momento en el que el teatro enmudece por el drama que golpea la estancia sin avisar y que no tiene vuelta atrás es estremecedor. La reflexión sobre la desesperación y lo inestable de la mente humana está servida. Porque para eso leemos y vamos al teatro, para pensar. 

Un trabajo intachable de dirección e interpretación. 









05 febrero 2017

TODO EL TIEMPO DEL MUNDO


TODO EL TIEMPO DEL MUNDO

Escrito y dirigido por Pablo Messiez



"Aprender a mirar"
"Amar es detenerse"

Acabo de ver Todo el tiempo del mundo, en el Teatro Principal de Zaragoza. La mayoría de las veces que voy al teatro escribo al día siguiente, a los pocos días, otras ni siquiera lo hago (pocas, muy pocas). Esta vez escribo antes de acostarme. El poso dejado por el texto de Messiez me obliga.

Para comenzar, he de confesar que no me había parado a pensar en el porqué del título. Ahora lo entiendo.

El Sr. Flores (Iñigo Rodriguez-Claro) regenta una zapatería de señoras ayudado por su dependienta Nené (María Morales). Una noche comienza a recibir visitas de personas que le irán contando momentos de su pasado que él parece no recordar. Momentos que se mezclarán con el presente y el futuro. Visita tras visita, Flores descubrirá la verdad de su vida, el poco tiempo dedicado a la gente que le amó, le ama y le amará. 

Todo el tiempo del mundo habla de eso. De la necesidad de amar. Amar deteniéndose en la persona amada para poder amar bien. La opción "me voy" no es la correcta cuando hay muchas más opciones. Hay que quedarse. Aprender a mirar y así poder ver que se ha hecho, que se quiere hacer. 

Una vez más la obra ha comenzado antes de que las luces del teatro se apagaran. Los actores sobre el escenario mientras los últimos rezagados ocupan sus butacas. En ocasiones es algo que me desubica pero no ha sido así esta vez. Cuando la acción comienza en la zapatería, el sitio y los personajes ya se han convertido en algo familiar. Mención especial en la escenografía y sonido para esa pequeña campanilla colgada a la entrada que suena cada vez que alguien entra o sale.

La música juega un papel mínimo. En su lugar los silencios, las pausas para parar y pensar, gestionados a la perfección por los actores. 

La iluminación diferencia los tiempos. Permanece tenue mientras la zapatería está cerrada e ilumina por completo la estancia cuando está abierta. Se convierte en protagonista cuando un haz de luz se concentra sobre Flores en su última reflexión sobre el tiempo perdido. El haz va haciéndose poco a poco más pequeño y eso aumenta la emoción de las palabras y crea un nudo en la garganta.

El final está lleno de belleza y verdad. Pocos besos he visto en teatro tan bien dados. Los zapatos lanzan el mensaje. No desperdicies tu tiempo o estas muerto, porque desaparecerás.

Texto maravilloso que nos obliga a pensar porque no tenemos todo el tiempo del mundo para lo más importante en nuestras vidas. Bálsamo para corazones valientes que quieren aprender a amar "aunque la vida tiemble".



23 enero 2017

HAMLET


HAMLET
Dirección y versión de Miguel del Arco
Coproducción de La Compañía Nacional de Teatro Clásico y Kamikaze Produccciones



22 de Enero de 2017 y vuelvo, después de ocho años, a ver otra versión de Hamlet. Nunca es igual. Las adaptaciones de clásicos es lo que tienen. Pueden gustar más o menos, pero nunca son iguales. La fidelidad a ciertas partes del texto, sí. La trama y el desenlace de la historia también. El resto, cada director lo interpreta  a su manera y así nos lo hace llegar al público de hoy en día. 
Si bien la versión que vi hace años me gustó más que ésta última, no por ello dejo de admirar el trabajo de directores, actores y demás profesionales que hacen posible que cada domingo pueda ir a sorprenderme al teatro. 

Israel Elejalde es Hamlet. Y escribo es porque la forma en que lo hace es tan real que no parece interpretar. Como espectadora pienso que es lo mejor que puede pasar viendo a un actor en escena. No interpreta, lo vive, así lo siente y así lo transmite. La facilidad con la que juega con la palabra está presente durante las más de dos horas y media de la representación. "¿De verdad estoy viendo una obra de teatro?", pienso. "¡Es el mismísimo Hamlet venido al siglo XXI!". A pesar de que hay personajes que no me convencen, alguna parte de la escenografía que no es tan buena como la anterior, cosillas que los que vamos de forma asidua al teatro vemos (aunque no seamos críticos, ni periodistas, ni nada de nada, sólo amantes del teatro), me vuelvo a casa feliz, pensando que hay textos que perduran en el tiempo, directores que los trasladan a nuestros días y actores que lo "bordan" para deleite de el público. Que hay teatro para rato y que si a alguien no le gusta, no pasa nada. Son muchos los que están en ello y muchos los que lo disfrutamos.


01 enero 2017

INCENDIOS



INCENDIOS

de Wajdi Mouawad

Dirección: Mario Gas

Producción: Teatro de La Abadía e Ysarca en colaboración con  Teatro del Invernadero.




Quemarse y hacerse cenizas para renacer


Comienzo el año recordando la obra que más me ha impactado de todas las vistas durante 2016.


Teatro de La Abadía se define en su página web (www.teatroabadia.com) como "una casa de teatro y estudios que aspira a incidir en la vida social y cultural a través de la poesía en escena". Y lo consiguen de una manera extraordinaria. Crítica y apasionados del teatro coinciden en considerar  Incendios una de las mejores obras representadas durante esta temporada en nuestro país. Ahora bien, si eso es maravilloso, más aún lo es que sus casi tres horas de duración pasen volando para aquellos que no van tan asiduamente al teatro. Aquellos que no se animan a sacar una entrada para ver una tragedia. Aquellos que están descubriendo el placer inteligente que proporciona el teatro.

 La historia cuenta la vida de Nawal desde su juventud hasta su muerte. Enamorada y embarazada de un joven del que la separan, al igual que harán con su primer hijo, el cual le será arrebatado nada más nacer. Nawal sobrevivirá a una guerra que se prolongará durante años. Será violada y humillada. Dos hijos gemelos nacerán en ese periodo. La obra comienza con la lectura del testamento de Nawal ante ellos. Dos sobres y la tarea de buscar al padre y al hermano desconocidos para entregarlos. Comienza así un viaje entre el pasado y el presente a través del cual, los hijos hallarán la respuesta al silencio que su madre mantuvo durante los últimos años de su vida y que nunca pudieron entender. 

El reparto es magnífico. Nuria Espert inmensa. Aparece en escena como madre fría y autoritaria para convertirse pocos minutos después en abuela sabia y tranquila. Nunca nadie dijo tanto con un silencio, con una mirada, con una postura. Desgarrador su grito en el juicio ante su verdugo. ¿Cómo una nariz de payaso puede sobrecoger a todo un teatro?. Junto a ella Ramón Barea, natural, divertido, excepcional. Laia Marull, Carlota Olcina, Lucía Barrado, Alberto Iglesias y Edu Soto, todos excepcionales. Y Alex García, al que descubrí en el cine por su papel en  "La novia" y al que ha sido un placer descubrir en el teatro. No es sencillo que una mirada llegue a la fila 13, y el señor García lo consigue. " Los actores arden, pero sin llamas, desde dentro", frase de José Luis Gómez, director de el Teatro de La Abadía, para definir el trabajo de un actor y que aplico a todos ellos porque consiguen hacerlo de una forma soberbia.

El fondo de escena es negro. El espacio está dividido en dos partes iguales separadas por una altísima pared gris, unida al suelo central. La pared es soporte para proyectar imágenes, es puerta que se abre para dejar pasar la luz, o tejado para el que dispara. A ambos lados tierra.

La transición entre escenas no se percibe. A veces son simultáneas entre pasado y presente, otras se suceden sin interrupciones o con un leve cambio de iluminación. El ritmo es de diez.

El final de la historia, con todos los personajes bajo el mismo plástico que los tapa de la lluvia, transmite la esperanza de que es posible perdonar y vivir sin odio. 




¡Qué más decir!. Incendios es una obra para vivir, para no perderse bajo ningún pretexto. Tras agotar entradas en Madrid al inicio de temporada y girar por toda España, vuelve del 21 de junio al 16 de julio al Teatro de La Abadía. Quien no haya podido disfrutarla y pueda hacerlo que no se lo piense. Es una obra de arte.