05 febrero 2017

TODO EL TIEMPO DEL MUNDO


TODO EL TIEMPO DEL MUNDO

Escrito y dirigido por Pablo Messiez



"Aprender a mirar"
"Amar es detenerse"

Acabo de ver Todo el tiempo del mundo, en el Teatro Principal de Zaragoza. La mayoría de las veces que voy al teatro escribo al día siguiente, a los pocos días, otras ni siquiera lo hago (pocas, muy pocas). Esta vez escribo antes de acostarme. El poso dejado por el texto de Messiez me obliga.

Para comenzar, he de confesar que no me había parado a pensar en el porqué del título. Ahora lo entiendo.

El Sr. Flores (Iñigo Rodriguez-Claro) regenta una zapatería de señoras ayudado por su dependienta Nené (María Morales). Una noche comienza a recibir visitas de personas que le irán contando momentos de su pasado que él parece no recordar. Momentos que se mezclarán con el presente y el futuro. Visita tras visita, Flores descubrirá la verdad de su vida, el poco tiempo dedicado a la gente que le amó, le ama y le amará. 

Todo el tiempo del mundo habla de eso. De la necesidad de amar. Amar deteniéndose en la persona amada para poder amar bien. La opción "me voy" no es la correcta cuando hay muchas más opciones. Hay que quedarse. Aprender a mirar y así poder ver que se ha hecho, que se quiere hacer. 

Una vez más la obra ha comenzado antes de que las luces del teatro se apagaran. Los actores sobre el escenario mientras los últimos rezagados ocupan sus butacas. En ocasiones es algo que me desubica pero no ha sido así esta vez. Cuando la acción comienza en la zapatería, el sitio y los personajes ya se han convertido en algo familiar. Mención especial en la escenografía y sonido para esa pequeña campanilla colgada a la entrada que suena cada vez que alguien entra o sale.

La música juega un papel mínimo. En su lugar los silencios, las pausas para parar y pensar, gestionados a la perfección por los actores. 

La iluminación diferencia los tiempos. Permanece tenue mientras la zapatería está cerrada e ilumina por completo la estancia cuando está abierta. Se convierte en protagonista cuando un haz de luz se concentra sobre Flores en su última reflexión sobre el tiempo perdido. El haz va haciéndose poco a poco más pequeño y eso aumenta la emoción de las palabras y crea un nudo en la garganta.

El final está lleno de belleza y verdad. Pocos besos he visto en teatro tan bien dados. Los zapatos lanzan el mensaje. No desperdicies tu tiempo o estas muerto, porque desaparecerás.

Texto maravilloso que nos obliga a pensar porque no tenemos todo el tiempo del mundo para lo más importante en nuestras vidas. Bálsamo para corazones valientes que quieren aprender a amar "aunque la vida tiemble".



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