21 abril 2019

LEHMAN TRILOGY

barco pirata
producciones teatrales
PRESENTA

LEHMAN TRILOGY

UNA OBRA DE STEFANO MASSINI

VERSIÓN Y DIRECCIÓN SERGIO PERIS-MENCHETA

ELENCO
Litus Ruiz, Víctor Clavijo, Pepe Lorente, Darío Paso, Aitor Beltrán, Leo Rivera


Telón bajado. Se agradece porque nada más elevarse, anuncia lo que será una sucesión de sorpresas durante toda la función. Una brillante escenografía e iluminación nos traslada al puerto de Nueva York, allá por 1844. Un inmigrante judío, desembarca en busca de oportunidades. Será el primer Lehman que lo haga. A él se unirán dos hermanos más con los que creará, aportando cada uno de ellos sus mejores cualidades ("cabeza, brazo, patata"), el primer comercio de los Lehman, una tienda de telas. A partir de allí, siglo y medio de negocios a través de tres generaciones: compra-venta de algodón (creando la figura del intermediario), inversiones en ferrocarril, producción de coches, banca... siempre aprovechando la oportunidad de crecer más y ganar más, aunque eso suponga perder poco a poco los valores de los inicios. "No se tira nada, todo se vende".

El texto es como una clase de historia y economía, pero entretenida, con ritmo y comedia. Sin tiempo para despistarse. Nunca pensé que el relato de una familia forjadora de un imperio económico en América pudiera engancharme de tal manera que permaneciera en la butaca tres horas, más contando los descansos, necesarios, pero sin ánimo de abandonar en ningún momento. Deseando proseguir con la historia, como cuando ves una buena película en la televisión y vas corriendo al baño en la publicidad. Tiene mérito lograr algo así en la era de la inmediatez.

El espectáculo, igual que una piñata de cumpleaños, va rompiendo poco a poco, de menos a más, y regalando sorpresas constantes. Seis actores polifacéticos dan vida a ciento veinte personajes: niños, jóvenes, viejos, hombres, mujeres, ricos, pobres... Registros que cambian con sólo mover una visera. Escenas a cámara lenta (¡colosal la carrera de caballos!). A todo esto se une que, mientras tanto, cantan, bailan y tocan multitud de instrumentos. Blues, twist, rock (incluida la aparición de Bob Dylan y Los Beatles). Dos clases más para añadir, música y masterclass de interpretación, y van cuatro.

El texto y las actuaciones musicales se fusionan perfectamente. La escenografía va creciendo y ayudando junto con las luces y la cinta transportadora que recorre de forma semicircular el escenario y que recuerda al tren chu-chu de la bruja, donde montábamos de pequeños para que nos arrearan con una escoba y acabaran regalándonos un globo. Sarcasmo incluido para reflejar como funciona hoy en día el mundo debido a la evolución del capitalismo. El vestuario también juega muy bien su papel y ayuda, modificándose sutilmente con el paso de los años y dando una oportunidad a la imaginación para forjar ciertos personajes a través de pelucas y crinolinas.

Y finalmente, el derrumbe del imperio Lehman desatando en 2008 la mayor crisis financiera de la historia.

La dirección de Sergio Peris-Mencheta es magistral. Un maestro que rebosa ideas y más ideas en escena. Un inicio, antes de que se eleve el telón, diferente y que no voy a desvelar, ¡vayan a descubrirlo!. Marca de la casa que ya saboree cuando vi "Un trozo invisible de este mundo", dirigido también por él, en el que obtuve, junto con el programa, un número que se me asignaba como inmigrante. Juan Diego Botto recibía al público en el patio de butacas comiendo una fruta y al azar preguntaba a uno de esos inmigrantes si conocía cierto artículo de la Constitución española, bajo riesgo de ser expulsado si no lo sabía. Desde el segundo uno, siempre diferente. Una forma de hacer teatro jugando y convirtiéndolo en un carrusel mágico que no para de girar. Director currante y atrevido que siempre ofrece una calidad de ejecución sobresaliente. "No es suerte, es técnica", y talento y mucho trabajo detrás. Señor Peris-Mencheta, se le echa de menos sobre las tablas, pero mientras esté detrás de esta manera, se soportará bien.




14 abril 2019

JAURÍA



JAURÍA



de Jordi Casanovas 
dirigido por Miguel del Arco 
con Fran Cantos, Alex García, María Hervás, Ignacio Mateos, Raúl Prieto y Martiño Rivas 


Viaje a Madrid para conocer El Pavón Teatro Kamikaze y ver "Jauría", la obra de teatro basada en las declaraciones literales de denunciante y acusados del caso de La Manada. 

Expectación y nerviosismo ante lo que iba a ver, a sabiendas de que sería pasar un mal rato. 

Entrar en la sala me produce la misma sensación que sentía cuando de pequeña, en el parque de atracciones, montaba en la cueva del terror. Ya en la butaca pienso que me he adentrado en la boca del lobo y no hay marcha atrás. 

Comienza la función, partiendo de que todo lo dicho es real. 

Ellos tocan palmas, ella no. Su fiesta, (la de ellos), se percibe desde el primer segundo como invasiva, irritante, repulsiva conociendo el final en el que deriva. Grito de ellos hacia ella, sola, siempre sola, rodeada de todos ellos, cinco. Primera parada de respiración y latido cardíaco acelerado que ya no recupera su ritmo normal a lo largo de toda la representación. 

Dos versiones diferentes, las narraciones de los hechos se van entrelazando, "cuenta" ella y al mismo tiempo ellos. "Cuentan" porque se dirigen al público, y el público se convierte así en testigo que transita por sus emociones, sus palabras y sus cuerpos. Miedo al ver los pasos dados, casi estudiados, para conseguir el fin perseguido. 

Hechos brutales tratados con gran respeto, sin una pizca de morbo. Congoja al escuchar como ella relata que quedó abandonada en ese maldito portal, con los leggins bajados. 

Se suceden las declaraciones de denunciante y acusados. Rabia al ver como éstos últimos se jactan por redes de los hechos. Rabia al ver como ante las preguntas de la fiscal ríen recordando ciertos momentos. Lo sucedido aquella noche sigue siendo para ellos algo normal, incluso jocoso, sin culpabilidad ni remordimiento. Rabia al ver como la víctima ha de dar más explicaciones que ellos. Dos agresiones, la primera la violación, la segunda la desprotección ante la justicia por la sospecha y culpabilización de la víctima. Duelen las preguntas: "¿Dijo que no en algún momento?", "¿gritó, empujó o intento huir?". 
Impotencia, asco ante el ofrecimiento de pañuelos. 

Emoción al escuchar las voces de miles de mujeres que se manifestaron por las calles al grito de: "Hermana, yo sí te creo". 

Cinco varones mayores que ella, la meten en un portal de 3 metros cuadrados, la desnudan rápidamente, la obligan a mantener relaciones sexuales y uno tras otro, cuando terminan, van abandonando el lugar, dejándola sola, desnuda y sin móvil,... y siguen con su fiesta. 

La única crítica que soy capaz de escribir es la dirección impecable de Miguel del Arco y las interpretaciones bestiales de ellos seis, actriz y actores. 

Salir del teatro sin fuerza en las piernas y los brazos, con ahogo en el pecho y un nudo en la garganta que, poco a poco, se va pasando al respirar aire en la calle. 

Cuando el teatro remueve y hace reflexionar, cumple con su función. Así es mi visión del teatro. 
Gracias a los "kamikazes" por atreverse con ello, a los actores por el esfuerzo que supone ser canal del dolor y representación de una realidad que da miedo. María Hervás cuenta en una entrevista que ve esperanza entre los jóvenes que asisten a los pases realizados para institutos. Raúl Prieto dice: "Tenemos que luchar por una sociedad en la que no sea un peligro para una mujer comportarse como una persona completamente libre". 

¡Ojalá! Ojalá llegue el día en que no haya que preguntarse ¿porqué se quedó sola?, ¿porqué se fue con unos desconocidos?, aunque así sea, no debería de pasar nada. Como mujeres tenemos interiorizado que somos nosotras las que tenemos que tener cuidado y huir de ciertas situaciones, para esquivar el peligro, y eso es falta de libertad sólo por ser mujer. 

¡Ojalá llegue el día en que la sociedad sea de iguales! "Jauría" cumple un gran papel en ello, sacudiendo la conciencia y removiendo el estómago ante lo que como sociedad está normalizado y no debería estarlo.