28 febrero 2016

EL ALCALDE DE ZALAMEA



EL ALCALDE DE ZALAMEA


de Calderón de la Barca

Versión de Alvaro Tato
Dirección: Helena Pimenta



La semana pasada tuve la gran suerte de poder disfrutar del clásico El Alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca. Dirigido por Helena Pimenta, directora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Versión de Alvaro Tato (deseando que "Cervantina", último montaje de Ron Lala, compañía a la que pertenece, pase por Zaragoza). Y un elenco fantástico, del que destaco a Carmelo Gómez, como Pedro Crespo, y a Nuria Gallardo, como Isabel, su hija.

El teatro anterior al siglo XX cuando es planteado, versionado, trabajado y representado de manera tan excelente es para el amante del teatro, como comer un bombón cuyo sabor dulce dura en la boca durante dos horas. 

El ritmo, la escenografía y la música transportan  a Zalamea desde el primer segundo. Los soldados toman posesión del escenario que se convierte en montañas, calles, casas, prados y patios. Todo en un único espacio formado por un muro y unos altos andamios de madera. Estupenda iluminación que acompaña el conjunto e impecable trabajo actoral al trasladar la palabra y el verso que te  introduce en la historia sin más artificios que el placer de la escucha y el disfrute de las maravillosas interpretaciones de todos los actores. Escenas estupendas como la llegada de Don Lope (Joaquín Notario) a la casa de Pedro Crespo, donde ambos hacen gala de gran testarudez. O como la escena en que Isabel se presenta ante su padre para que le de muerte por su deshonra, pura emoción.

Gran obra que habla de la justicia, que hace frente con valor a la injusticia. Del honor, que por aquel entonces se apreciaba tanto y se  perdía con gran facilidad. De las desigualdades entre hombres y mujeres, por el abuso de unos sobre otros. Y de la defensa y el amor de un padre por su hija, con la dignidad que todo ser humano debe de tener.

Un placer para los sentidos.

Muchísimas gracias a todos los actores por el encuentro posterior con el público, fue la guinda del pastel.

                  


Una tarde de teatro EXTRAORDINARIO, HERMOSO, PLACENTERO, ESPLENDIDO.










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